Durante décadas, el «Santo Grial» del entrenamiento en altura ha sido la sangre. Triatletas, ciclistas y corredores han peregrinado a Sierra Nevada, Font Romeu o al Teide con una única obsesión: aumentar su eritropoyetina (EPO), multiplicar sus glóbulos rojos y, en consecuencia, transportar más oxígeno.
Sin embargo, los estudios más recientes de finales de 2024 y el gran meta-análisis publicado en 2025 han sacudido los cimientos de este dogma.
La nueva frontera del rendimiento no está en la sangre («el combustible»), sino en la estructura muscular («el motor»). Hoy hablamos del RSH (Repeated Sprint Training in Hypoxia) y de cómo la hipoxia intermitente está redefiniendo la durabilidad en los deportes de resistencia.
El fin del dogma «Vivir Alto, Entrenar Bajo»
El modelo clásico funcionaba, sí, pero tenía limitaciones: requería estancias largas (3-4 semanas) y a menudo comprometía la calidad del entrenamiento debido a la fatiga.
La nueva ciencia fisiológica ha separado los efectos de la altura en dos vías distintas:
Vía Hematológica (Lenta): Aumentar el hematocrito. Requiere exposición crónica (vivir allí).
Vía Periférica/Neuromuscular (Rápida): Mejorar la eficiencia del músculo y su capacidad de extraer oxígeno. Esto se consigue con entrenamientos cortos y agónicos: el RSH.
RSH: ¿Qué es y por qué funciona?
El Repeated Sprint Training in Hypoxia consiste en realizar esfuerzos máximos (de 10 a 30 segundos) con recuperaciones incompletas respirando aire pobre en oxígeno (simulando 2.500m – 3.500m).
La evidencia actual (Faiss, Brocherie et al., 2025) confirma que este método mejora la capacidad de repetir esfuerzos (RSA) a nivel del mar mucho más que el mismo entrenamiento realizado en condiciones normales.
El Secreto: La «Vasodilatación Compensatoria»
Aquí está la clave que debes entender. Tus músculos tienen fibras lentas (Tipo I, muy oxigenadas) y fibras rápidas (Tipo II, potentes pero anaeróbicas).
En un entrenamiento normal a nivel del mar, cuando haces un sprint, el cuerpo usa las fibras rápidas pero no se preocupa demasiado por enviarles oxígeno, porque «sabe» que hay de sobra en el ambiente.
En hipoxia, cambiamos las reglas del juego: Al esprintar sin oxígeno suficiente, generas una crisis fisiológica. El cerebro detecta una hipoxemia severa en el tejido activo y activa un mecanismo de defensa: la liberación masiva de Óxido Nítrico (NO).
Este gas provoca una vasodilatación compensatoria: el cuerpo se ve forzado a «abrir» capilares sanguíneos que normalmente están inactivos o cerrados en las fibras rápidas.
La Analogía de la Autopista: Imagina que la sangre es el tráfico que llega a tus músculos.
Entreno Normal: Tienes una carretera de dos carriles. Cuando aprietas, hay atasco.
Entreno RSH: Ante la emergencia de la falta de aire, el cuerpo construye dos carriles extra. Ahora tienes una autopista de cuatro carriles.
Cuando bajas a competir a nivel del mar, esos «carriles extra» siguen abiertos. El resultado no es solo más oxígeno llegando, sino una limpieza de lactato y metabolitos mucho más rápida.
Aplicación Práctica: Durabilidad en Triatlón y Trail
¿Cómo se traduce esto en tu próxima competición?
Resistencia a los «hachazos»: En un triatlón, te permite responder a cambios de ritmo en bici y recuperar antes para el siguiente esfuerzo, sin acumular tanta «deuda» en las piernas para la carrera a pie.
La «Durabilidad» en Trail: En carreras de montaña, las subidas funcionan como sprints largos. Tener una mayor densidad capilar en las fibras tipo II (las que usas para subir fuerte) significa que tardarás más en fatigarlas. Esto protege tu rendimiento en la bajada posterior, donde la fatiga neuromuscular suele provocar fallos.
¿Cómo implementar el RSH?
No es necesario vivir en una montaña. Con un generador de hipoxia intermitente o una máscara conectada, puedes realizar estos protocolos en rodillo o cinta.
La Regla de Oro: La intensidad debe ser MÁXIMA. Si no hay intensidad mecánica, no hay adaptación neuromuscular.
La Recuperación: Debe ser incompleta y realizada en hipoxia. Si te quitas la máscara entre series, pierdes el estímulo de vasodilatación.
Monitorización: Es vital usar tecnología como la espectroscopia de infrarrojo cercano (NIRS, tipo Train.Red o Moxy) para asegurar que la desaturación muscular es real y profunda (buscando valores cercanos al 0-10% de SmO2).
Conclusión
La fisiología moderna nos enseña que no siempre «más es mejor». A veces, «más inteligente es mejor». El uso estratégico de la hipoxia para mejorar la «fontanería» muscular (capilarización) es una de las herramientas más potentes y subestimadas en 2025.
No busques solo mejorar tu motor (VO2max) en fresco. Busca construir un motor que no se rompa (Durabilidad). Y para eso, a veces, hay que quitarle el aire. 







